Así como necesitamos beber por lo menos ocho vasos de agua al día para que nuestro organismo funcione adecuadamente, los autos también requieren ciertos niveles de fluidos que ayudan a que sus componentes se desgasten menos y trabajen y se mantengan en óptimas condiciones.
Aceite del motor
Es el fluido más importante de todo carro que funcione con un motor de combustión interna. Al lubricar todas las partes móviles de la máquina disminuye el desgaste y el calentamiento excesivo a los que están sometidas constantemente cuando el vehículo está en marcha. Cuando baja el nivel, el motor puede recalentarse o incluso fundirse. Con los kilómetros recorridos y el tiempo, el aceite se va ensuciando. Se recomienda cambiarlo cada 5.000 km aproximadamente o cada 3 meses, dependiendo del tipo de aceite y servicio que se le haga al carro.
Junto con el radiador, la bomba de agua y el ventilador, disipa el calor que produce el motor cuando está en funcionamiento y lo mantiene a la temperatura ideal. Igual que con los otros fluidos del auto, es necesario chequearlo regularmente. Cuando hay poco refrigerante en el depósito, el motor puede recalentarse y sufrir daños severos. Aunque por regla general debe cambiarse cada dos años aproximadamente, si presenta un aspecto pardusco o sucio o hay partículas de óxido flotando en él es momento de purgar el sistema de refrigeración.
Sirve como medio para generar la presión hidráulica que se necesita a fin de activar los frenos. Cuando un conductor presiona el pedal, la liga transfiere instantáneamente la fuerza ejercida a los cilindros de las ruedas para que el vehículo se detenga. Las altas temperaturas y la gran presión a las que está sometida la van degradando con el tiempo. Cuando adquiere un color casi negro significa que se ha sobrecalentado, y ello puede afectar el sistema.
Como su nombre lo indica, el sistema de transmisión se encarga de trasmitir la potencia que desarrolla el motor del carro a las ruedas. Por lo general, las transmisiones manuales no requieren una revisión tan frecuente como las automáticas. El aceite de la transmisión enfría, lubrica y sella las partes internas y mantiene las impurezas y residuos en suspensión hasta que el filtro los elimina del fluido. Por ser un aceite, está sujeto a la oxidación y cambios de viscosidad producto de las altas temperaturas y el uso, por lo que puede perder sus propiedades protectoras y lubricantes. Se recomienda cambiarlo aproximadamente cada 50.000 km.
Aceite de la dirección
Junto con la bomba de la dirección, permite que el conductor de un auto pueda girar el volante con facilidad. Cuando el fluido está por debajo del nivel recomendado causa un endurecimiento repentino de la dirección, lo que dificulta controlar el vehículo.
Con el tiempo, todos los componentes se van desgastando -aunque sólo sea ligeramente- y van soltando partículas de impurezas en el aceite. A medida que éstas se van acumulando, van obstruyendo la bomba y corroyendo poco a poco todas las piezas metálicas del sistema.
La solución que hay dentro de una batería es una mezcla de ácido sulfúrico y agua destilada llamada electrolito. A causa del calor del medio ambiente y el calentamiento que se genera dentro del acumulador eléctrico mismo cuando está en funcionamiento, el agua se va evaporando. Al quedar poco líquido la batería puede descargarse. Por eso se recomienda revisar el nivel mensualmente y volver a llenar cada vez que sea necesario, pero sólo con agua destilada.
Si bien el líquido para limpiar el parabrisas no es vital en términos de la habilidad del vehículo para funcionar, ofrece un medio rápido para limpiar el vidrio frontal mientras maneja. Básicamente es agua, a la cual puede agregar jabón líquido para lograr una mayor efectividad. Es preferible usar agua destilada, ya que la cal que contiene el agua corriente puede obstruir los conductos o la bomba. También puede utilizar el producto específico que venden en las estaciones de servicio.
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