viernes, 7 de junio de 2013

Seat Ibiza Cupra de aniversario


Desde aquel primer Cupra lanzado en 1996, como celebración por la marca española del título mundial de rallys en la categoría de dos litros, esta versión ha evolucionado para poner el acento en una deportividad más racional que espectacular. De ahí que su acento en los registros de potencia haya sido más bien discreta. El nuevo Cupra, en esa línea, ha acometido renovaciones más cualitativas que cuantitativas. El nudo gordiano está en el motor 1.4 TSI de 180 CV, un registro de potencia que iguala al de la versión anterior con mecánica de 1.8 L que optimiza rendimientos, consumos (medio litro menos que el anterior cada cien kilómetros), emisiones y entrega de par. Ha recibido las modificaciones precisas para que constituya un paradigma de la conducción divertida con exigencias acordes a sus prestaciones y seguridad desde el habitáculo.

Ello es posible por una serie trabajos en el chasis, cuyo elemento más perceptible es la suspensión deportiva de recorridos cortos y endurecida adecuadamente para trazar con total seguridad y sin balanceos. Se suma un diferencial autoblocante para apurar al máximo las trazadas, y el control electrónico de estabilidad. La puesta de escena exterior se remarca con una reducción de la altura libre del suelo en 2 centímetros.

Con todos estos ingredientes, el Ibiza Cupra recorre kilómetros con la sensación de una ventosa plenamente apoyada al firme y una excelente solidez en la circulación sobre asfaltos secos o mojados. Aunque la dureza de las suspensiones le hace acentuar el efecto de rebote en esas calzadas poco cuidadas, cada vez más abundantes en la red vial española.

A esa rodadura casi perfecta se une una dirección acompasada con los movimientos de las ruedas, frenada potente y efectiva subrayada por el equipamiento de un juego de frenos de Seat Sport (opcionales) que multiplican los efectos de parada sobre los de serie, discos ventilados delante y macizos detrás. La mejor experiencia está en la conjunción que ofrece el motor y la caja de cambios automática de doble embrague de 7 velocidades DSG, patente del grupo Volkswagen extendida a todas las marcas y modelos.

Del motor, decir que encuentra fuerza muy rápido y empieza a mostrar carácter desde muy abajo (2.500 revoluciones) extendiéndose con suficiente poderío hasta los regímenes de giro más altos, pues la pérdida de esa fuerza se detecta muy pasadas las 6.000 revoluciones. Se basa en una complicidad apreciable entre el compresor y el turbo.

De modo que el primero, accionado por una correa, eleva la entrega de fuerza desde la parte baja del cuentavueltas y el turbo, accionado por los gases de escape, entra en acción cuando hay una subida apreciable de revoluciones. Un embrague magnético, integrado en la bomba de agua, activa el turbocompresor a medida que sube el régimen de vueltas.

En las formas, el Ibiza Cupra se atiene a la ortodoxia de estos modelos urbanos incitados al deseo por la puesta en escena de un decorado deportivo. Nada, por tanto, más lógico, que para este Ibiza de raíz deportiva no haya más opción de carrocería que la de tres puertas o Sport Coupe (SC), propia de la gama del modelo líder de ventas de la marca española.

Por fuera, esa altura reducida al suelo y la mayor amplitud de la rejilla, en la zona delantera, así como la disposición de la entrada de aire inferior le dan una imagen de mayor anchura y de músculo y poderío. En el interior rebosan los aires deportivos con una tapicería de doble color en los asientos (opcional), su forma y los pedales cromados. Los asientos se adosan perfectamente a la zona troncal del conductor, facilitando una magnífica adherencia cuando se trata de recorrer trayectos sinuosos.

El dominio completo del color negro incide en ese decorado deportivo, aunque, en el contexto general, hay una discreción elegante, junto a una distribución sumamente intuitiva de los dispositivos de control.

Ángel Alonso

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