El Panamera S e-hybrid es incontestable, porque rezuma potencia (416 caballos), pose de gran berlina, carácter deportivo y consumo de un moderno diesel compacto.
La hibridación en Porsche es intrínseca a la marca. No hay más que revisar las notas históricas de Porsche para llegar al año 1900, la fecha en la que Ferdinand Porsche creó y llevó a la práctica el principio híbrido. La marca tiene en su haber histórico el Lohner Porsche "Mixte", el primer automóvil híbrido de serie de la historia. Hoy, 113 años después, Porsche recupera la escena histórica al poner en el mercado el híbrido enchufable más avanzado del mercado, el único capaz de realizar la carga completa de la batería con el motor de combustión sin necesidad de pasar por el proceso de enchufado a la red eléctrica, aunque este es el método más recomendable por económico.
El híbrido enchufable (plug-in) llega al catálogo de Porsche coincidiendo con una profunda renovación del modelo, que llega a los cuatro años de su existencia en el mercado, una circunstancia que también ha sido aprovechada para introducir una carrocería alargada que, por el momento no estará disponible para este enchufable. Esta opción de carrocería, que recibe la denominación Executive y tiene una longitud mayor (15 centímetros), así como la distancia entre ejes, que sube 12 centímetros. Estos largos están disponibles para las versiones 4S con motor V8 de 420 caballos, y la Turbo de 520 caballos.
En el Panamera S e-hybrid apenas hay diferencias que delaten la naturaleza del vehículo. Las más notables son la grafía e-hybrid, en la parte trasera y costados, porque están sobre un amarillo verdoso, el mismo tono que exhiben las pinzas de freno.
Este modelo ha sido desarrollado sobre la misma base de híbrido convencional, pero con algunas diferencias centradas en la batería, en el motor eléctrico y en todo el software de gestión de un sistema de gran complejidad técnica aunque de utilización muy sencilla y natural para cualquier tipo de conductor.
Está equipado con el motor V6, firmado por Audi, de 333 caballos de potencia.
Al mismo está asociado un motor eléctrico de 70 kilowatios (95 caballos) ubicado entre el propulsor de combustión y la caja de cambios automática de 8 velocidades. La suma de los dos propulsores arroja una potencia de 416 caballos, con un par motor de 590 Nm, para rendir un consumo medio de 3,1 litros y unas emisiones de CO2 de 71 g/km.
Estos son los valores básicos, aunque detrás de ellos hay más, hasta una factible reducción del consumo oficial.
Porsche es, de forma reiterada, uno de los fabricantes que más ajusta los consumos de homologación, de forma que las variaciones en pruebas de conducción reales distan muy poco de las cifras oficiales.
El motor eléctrico está alimentado por una batería de iones de litio de 9,4 kWh que es capaz de proporcionar una autonomía de 36 kilómetros en funcionamiento cien por cien eléctrico.
La autonomía eléctrica real durante el funcionamiento diario oscila entre 18 y 36 kilómetros, dependiendo de los factores de conducción, entre ellos el estilo del conductor, aunque, bajo condiciones favorables, puede ser incluso superior. La recarga de la batería se realiza bien a través de una toma de corriente doméstica en cuatro horas de conexión o en una toma trifásica en una hora y media.
La tercera posibilidad de recarga se realiza con el motor de combustión, un proceso que es el más rápido, ya que en 40 minutos se realiza la carga completa, aunque siempre será a costa de gasolina y, por lo tanto, más cara que la energía eléctrica de la red. La batería está instalada en la parte trasera, bajo el suelo del maletero, lo que merma la capacidad de carga de la berlina. Incorpora el Cargador Universal (AC), diseñado por Porsche Design, para conectar el automóvil a la red eléctrica.
Fernando A. Marqués
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