Los atascos en la carretera, la lluvia, conductores poco responsables, los niños llorando en el auto, un desperfecto en el propio vehículo son algunos detonantes de angustia y estrés. Conducir no es tarea fácil pero no por ello tiene que convertirse en un drama o terminar en un ataque de nervios.
Aspectos vitales
Para colocarse tras el volante y lanzarse a la carretera es primordial estar en buen estado físico para maniobrar y realizar todas las acciones que se requiera. También, es vital que la persona tenga estabilidad psicológica, ya que requiere concentración y atención permanente.
La experiencia adquirida desde el primer contacto con un auto, así como la madurez y el sentido común son aliados de la buena conducción.
La experiencia adquirida desde el primer contacto con un auto, así como la madurez y el sentido común son aliados de la buena conducción.
En definitiva, el equilibrio emocional y los conocimientos adquiridos son determinantes al momento de conducir.
Sin estrés
En las grandes ciudades se concentra el mayor parque automotor. A diario por sus calles y avenidas circulan miles de autos, camiones, motos. Es normal que se presenten atascos, accidentes, que causan estrés en los conductores. Independientemente de la edad, quien va al volante quiere moverse, rodar a prisa, llegar a tiempo a su destino o a casa. Sin embargo, cuando esto no es posible, el estrés se convierte en una amenaza para la salud. Rabia, impotencia y desesperación hacen que la persona pierda la concentración, acelere o retroceda de forma desordenada. Ello puede resultar peligroso y contraproducente para el conductor y el resto de las personas alrededores.
Ciertamente, las causas de estrés estarán siempre allí; la solución está entonces en manos del conductor.
Es preciso buscar formas para drenar la angustia, mantenerse bajo control, por la salud propia y para evitar altercados, agresiones o accidentes.
Por descabellado que parezca, es necesario aceptar las condiciones del tráfico. Si hay tráfico excesivo adecue la velocidad a las circunstancias.
En caso de ir acompañado, evite discutir y prefiera hablar de temas agradables, contar chistes o recordar situaciones graciosas que le ayuden a disipar la tensión que le podría ocasionar.
Una regla básica: evite hablar por teléfono durante la conducción. Ello le generará estrés ante la imposibilidad de llegar a tiempo, resolver lo que debería en lugar de estar atascado en el tráfico. Si lleva a los niños en el auto, busque la forma de que estén entretenidos, divertidos; quizás coloreando un cuento o con sus juguetes preferidos.
Conserve su carril; evite seguir el juego a quienes van delante en un permanente zigzag. A menos que sea estrictamente necesario, por un obstáculo en la vía o un choque, manténgase en su canal para evitar colisiones y, lo más importante, permanecer lo más calmado posible. En las intersecciones donde no está claro quién tiene la preferencia de paso, y ante conductores de poco civismo, lo mejor es ceder el paso y luego continuar. De esta manera se mantendrá a salvo y más tranquilo.
Siempre que pueda salir antes de la "hora pico", hágalo. Saque provecho a cada minuto para pasar por la escuela a recoger a los niños, quizás realizar algunas compras y entonces ir a casa.
Con respecto a los transeúntes, respete el paso de los peatones, no acelere ante el inminente cambio de luz en el semáforo; mantenga la calma y todo irá mejor.
Respire, escuche su música preferida, cante, organice en la mente la agenda del día siguiente. Esto alejará el estrés.
Marilin pino a.
mpino@eluniversal.com
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