Entonces, como la evolución humana nos lo ha enseñando: ¡Debemos acompañarlo con música!
Como profesionales, invertimos alrededor de ocho horas diarias en nuestras labores. Tiempo en el cual no sólo debemos ser fieles a nuestras responsabilidades, sino que también tenemos que cargar y negociar con nuestras emociones, asumir imprevistos, ser parte fundamental de una convivencia grupal, y seguramente de muchas cosas más.
Para lograr que esta combinación de factores fluyan, y optimicen los procesos, es indispensable hacerlo con ritmo.
“Ajá, pero ¿cuál es la mejor música para trabajar?“ ¿Salsa? ¿Jazz? ¿Reggaeton?…"
La cantidad y diversidad de la música es prácticamente infinita, al igual que los gustos y preferencias de los oídos, por lo que debemos ser inteligentes a la hora de querer escucharla.
La clave está en tener tacto para saber en ese momento es preferible optar por unos audífonos, o si por el contrario, la situación es oportuna para enchufar las cornetas, subirle volumen, y disfrutar la experiencia grupal.
Lo ideal es llegar a una especie de acuerdo colectivo entre entorno más cercano. Siempre tomando en cuenta a el silencio como uno de los géneros musicales posibles (y más sabrosos).
La música es una fuente inagotable de motivación, inspiración, entretenimiento, reflexión… Y sobretodo, la música es un punto de encuentro y entendimiento superior entre los seres humanos.
¡Invitemos a la música a formar parte de nuestro equipo!
Artículo publicado en http://mievolucionestrategica.blogspot.com/