jueves, 8 de marzo de 2012

Cómo llamar la atención de su jefe

¿Dedicar ocho horas al día a su trabajo y hacerlo de forma adecuada no es suficiente para llamar la atención de su jefe? Si su actividad pasa inadvertida y que le ignoren se ha convertido en costumbre, no busque culpables.

Hacerse valer delante de sus superiores sólo depende de actitud, confianza y buenas dosis de autocrítica. Este es el principio para lucirse ante su jefe.

El señor González llegaba puntual todos los días a la oficina. Ocupaba su puesto de trabajo y a la hora en punto regresaba a su casa. Martínez no era muy amigo de las puntualidades, sin embargo, aunque anárquico por naturaleza tenía el don de la oportunidad: siempre estaba cuando aparecía el jefe y era brillante en sus planteamientos.

En el reparto de ascensos, ¿imaginan quien consiguió despacho propio? En esta situación ficticia, Martínez promocionó mientras su compañero, un tipo muy competente, tuvo que conformarse con ser la mano derecha de su nuevo superior.

Para llamar la atención del jefe no vale con ser correcto, a menudo conviene echar un poco de sal y pimienta y convertirse hasta en algo molesto, en el buen sentido de la palabra. Nadie es imprescindible en un puesto de trabajo, pero si consigue ser influyente será tomado en cuenta más que aquellos que, haciendo un trabajo impecable, pasan inadvertidos.

Pilar Jericó, socia directora de Be-Up, asegura que “para tener influencia hay que tener firmeza en los mensajes. Las personas que antes de hacer una presentación empiezan a justificarse o transmiten inseguridad sin necesidad. La mayor parte de los jefes tienen poco tiempo y necesitan que sus colaboradores vayan al grano para pasar rápido a otra cosa”.

Es cierto que en ocasiones es cuestión de química, pero si no logra brillar por sí mismo, “hágase valer con hechos y resultados palpables que no den lugar al equívoco”.

Una buena idea es la que aporta Paco Muro, presidente de Otto Walter: “Acudir al despacho con papel y bolígrafo. Anote lo que vaya acordando, generará práctica y evitará malos entendidos”. Pero, si a pesar de tenerlo todo bien apuntado observa que nada cambia, Jericó recomienda hacer un buen ejercicio de autocrítica porque “la culpa puede estar en usted.

Para ser influyente es muy importante tener la seguridad bien anclada sin demasiado interés en agradar. Basta con ser uno mismo sin abusar de la adulación gratuita. Aun así, si intuye que la relación no funciona, no descarte abordar a su jefe y preguntarle cuáles son sus expectativas”.

Lúzcase ante su jefe

Si pese a todo, sus intentos para conseguir llamar la atención son fallidos, Muro propone diez trucos para lucirse ante el jefe.

1. Cuando vaya a su despacho anote lo que vayan acordando. Igualmente, si desea despachar asuntos con él, lleve los temas por escrito. Eso le ayudará a ser breve y a no olvidar nada.

2. Déjele hablar hasta el final, no le interrumpa.

3. De entrada no critique sus decisiones. Ante algo que no comparta, pídale tiempo para pensar y luego proponga una alternativa mejor bien pensada y documentada.

4. No tema pedir explicaciones del porqué de sus decisiones. Si aprende a decir algo como: “Cuentas conmigo. Sólo te pido que me expliques mejor esto porque no lo veo y como quiero hacerlo bien, necesito entenderlo mejor”.

5. No le lleve problemas sin haber pensado alguna solución.

6. No espere a que el jefe le encargue algo. Demuestre su iniciativa ofre-ciéndose para hacer alguna tarea que surja o incluso algo que se le haya ocurrido. Demostrará interés por el negocio y ganas de hacer.

7. El día que su jefe haga algo destacable dígaselo. Una felicitación sincera y concreta de un colaborador directo es algo capaz de influir. No es cuestión de hacer la pelota, eso consiste en adular de forma falsa e inmerecida.

8. Cumpla siempre sus compromisos y a tiempo.

9. Sorpréndale por calidad de trabajo. Cuando le encargue un trabajo, asómbrele siempre llevándole algo un poco mejor de lo que él esperaba pero, sin excederse. En este caso parecerá ocioso o pecará de eficiente a costa de la eficacia.

10. Si no puede acabar a tiempo un trabajo, dígaselo con antelación. Cualquier jefe acepta y valora un “no voy a llegar” con tiempo para tomar decisiones. El “no he llegado” no tiene solución.

Públicado por http://www.expansion.com

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