viernes, 30 de agosto de 2013

BMW i8 Entra en la saga deportiva


La marca alemana trae una nueva forma de industrializar un automóvil que, en sí mismo, es toda una revolución. Hablamos del BMW i8, un deportivo que ya en su formato concept car dejó boquiabierto al público.

Periodistas de todo el mundo fuimos llevados en el caluroso agosto al secreto centro de pruebas, tan confidencial que antes de cruzar la barrera de entrada fueron precintadas cámaras y teléfonos. Una forma de evitar las tentaciones de fotografiar el atractivo interior o de algunos de los nuevos modelos que se nos cruzaban en la toma de contacto con el i8, difíciles de reconocer, como al Active Tourer, o algún otro, pero que con una fotografía en la mano se pueden dibujar y colorear.

El propósito de la visita fue el "pre-drive" de este híbrido enchufable y el contacto con los hombres de "BMW i".

La marca creada para estos vehículos de cero o muy reducidas emisiones, muy atentos a las opiniones de los periodistas probadores, que, de paso, dieron una explicación técnica del diseño, el desarrollo y los materiales empleados en su construcción.

Revolución industrial
 
Más allá de que se trata de un GT de altas prestaciones, el i8 significa mucho más. BMW ya ha mostrado en una reciente visita a la fábrica de Leipzig el proceso de producción de "BMW i". Sorprende ver que la superficie necesaria para la fabricación de uno de estos nuevos "i" es la mitad que para un automóvil convencional, al igual que los procesos, reducidos también en 50 %, porque ya no son necesarios los talleres de chapa al uso ni las aparatosas instalaciones de pintura.

En la construcción del i8, así como el i3, éste cien por cien eléctrico o en versión de autonomía extendidas que entrará en el mercado en el otoño europeo, se utiliza el aluminio, polímeros y el denominado CFRP o polímero reforzado con fibra de carbono.

Un hallazgo que simplifica la producción y aligera en 30 % el peso de una carrocería. Otro material utilizado en el i8 es el cristal templado por proceso químico, igual que el utilizado en los "smartphones".

El aluminio, base para el chasis, y la fibra de carbono, materia prima en la zona que BMW llama "modulo de vida" o Life Drive, se utilizan abundantemente y constituyen procesos de producción caros en principio, pero que BMW ha logrado reducir a la mitad tras un largo proceso de I+D y una tecnología de uso de la fibra de carbono distinta de la conocida.

En lugar de entrelazar la fibra de carbono utiliza mazos de fibra hilvanados en paralelo y con puntadas en distintas direcciones según los esfuerzos a los que va a ser sometida cada pieza o zona de la celda de habitabilidad. Las pruebas de crash test son concluyentes. Un "i" de BMW resiste más que un auto en acero y los ocupantes están más protegidos.

El contacto
 
La entrada al i8 es angosta. El refuerzo para proteger al conductor de los impactos laterales dificulta el acomodo en el puesto de conducción y, contrariamente, facilita la salida del habitáculo, un 2+2 en el que los asientos traseros sólo son utilizables por niños o contorsionistas. El moderno tablero de a bordo es muy parecido al del concept y con los mandos de control del sistema muy cercanos. El monitor alemán, imparte las primeras instrucciones. Arranque por botón y la acostumbrada silenciosa respuesta.

El sistema híbrido funciona con mucha suavidad. Hace las transiciones sin que se noten. Sólo las delata el ruido del motor de combustión. En la conducción deportiva, el i8 ha de conducirse como un GT. Fuerte frenada antes de entrar en la curva para meter el tren delantero en la línea de la trazada con suavidad y así no perder tracción en pleno giro y en la salida. Es muy eficaz en el modo de conducción sport, ambientado con un sonido del motor musical, con tonos y matices distintos a lo probado hasta ahora.

Fernando A. Marqués 

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