viernes, 24 de enero de 2014

Compacto Skoda Spaceback



Nunca es tarde y la marca checa, aunque con bastante demora, ya dispone de su modelo en este nicho de los turismo: el Spaceback. Esperan alcanzar un millón de unidades vendidas en todo el mundo en 2018.

Skoda ya había hecho la incursión en el segmento compacto con el Rapid.

El Spaceback atiende al formato de un compacto para competir en el campo abierto de los mercados con modelos como el Seat León, el Renault Megane o el Opel Astra, y se atiene a cotas muy en la línea de la ortodoxia de este tipo de vehículos. No obstante, en su propia denominación Spaceback hay un guiño superdirecto al espacio, plenamente corroborado cuando se entra en el vehículo y se aprecia la distancia entre ejes, pues, aunque es 18 cm más corto que el Rapid, el recorte se concentra en el voladizo trasero.

Esta larga distancia entre ejes marca profundamente el dibujo del auto desde la visión lateral, donde han primado trazos deportivos que recuerdan mucho en el recorrido ocular al Audi A3 y que coronan al final con un sucinto alerón superior y la tercera ventanilla lateral.

En la parte delantera, las coincidencias de dibujo con el Rapid están en todo lo alto en la disposición de la parrilla, sus láminas, la colocación del logotipo y de los faros, incluso los antiniebla. Por detrás, los pilotos con la semblanza en forma de C, típica de las berlinas de Skoda, y un portón de formas clásicas, pero supeditado a la amplia zona acristalada de la ventanilla que le toma buena parte de su superficie.

Los asientos tienen una tapicería discreta en cuanto al tacto, aparentemente resistente, pero su baza poderosa reside en una alta comodidad para el pasaje junto a un más que aceptable recogimiento de las zonas corporales más sensibles. Con todo, el poder de atracción reside en la distancia entre filas de asientos, de 64 cm y, respecto a la cabeza, de 98, magnitudes, ambas sin parangón, en el segmento compacto.

El maletero no podía quedar en mal lugar, y el aserto lo avala esa capacidad de 415 litros, que si no es la mayor de su categoría está muy cerca.

Por encima de los números hay que ir a soluciones como el doble suelo para facilitar dos niveles de carga. Este recurso forma parte del equipamiento opcional. Reclinada la segunda fila, la capacidad se amplía hasta 1.380 litros, con el inconveniente de no ajustarse a un suelo plano. Otro punto fuerte de la zona de carga es el bajo umbral (67 centímetros) de carga.

No ha sido el caso de la unidad probada, que sí se apunta a la característica de una magnífica luminosidad interior. Pero en las opciones se incluye un techo acristalado que aumenta exponencialmente esta característica y que encuentra una inteligente prolongación en la ventanilla trasera, igualmente de importante superficie.

El ejemplo motriz del Spaceback probado por Efe hay que buscarlo en la versión diesel 1.6 TDI con potencia de 90 CV, en convivencia con otra de la misma cilindrada, pero quince unidades de potencia más. Se trata de un motor muy suave de funcionamiento, algo retardado de reacciones. En su régimen de marcha demanda altos regímenes de giro para mantener su viveza, pero ahí choca con el imponderable de subir, no excesivamente, los niveles consumo. Porque en este apartado el Spaceback 1.6 TDI 90 CV, cumple a lo grande siempre que se contenga el acelerador y se le mantenga en los registros adecuados de velocidad. En este contexto presenta una tarjeta de poco más de cinco litros a los 100 km y en ciudad se cuida también al máximo, con promedios que no suelen rebasar los siete litros. Este motor es uno de los de la gama que permite la combinación con la caja automática DSG, propia del grupo Volkswagen (siete velocidades) de la que se ha dicho todo, siempre bueno, en rendimiento y suavidad de transiciones, con lo que no merece la pena insistir más.

Ángel Alonso

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