martes, 2 de marzo de 2010

Radiografía en la empresa

El inepto simpático es mejor acogido que el inteligente de mal carácter.

Hay cuatro arquetipos de trabajador, según un artículo del Harvard Business Review: el competente insoportable, el competente simpático, el inepto simpático y el inepto insoportable.
Estos se encuentran unos a otros alrededor de la máquina de café, trabajan en equipo y dan pie a esas redes informales que forman y deforman la dinámica empresarial, entre compinches y miradas que matan.
Este estudio analizó organizaciones grandes y pequeñas, con y sin fines de lucro de Norteamérica y Europa para comprobar, en primera instancia, algo obvio: que todos desean trabajar con el competente simpático y nadie con el inepto insoportable. Uno atrae gente, el otro la repele.
Es común que las personas busquen juntarse con el trabajador estrella que, además, es un encanto. Detrás de esa asociación se busca escalar dentro de la empresa bajo un precepto muy simple: “Si me ven con el más inteligente los jefes van a pensar que yo también soy inteligente”. Además de la generosidad, amabilidad y espíritu alegre, otro atributo que hace que una persona sea bien acogida en una empresa es el atractivo físico, señala el artículo. La gente bonita siempre está acompañada.

Dilema
Vino cuando hubo que escoger entre el competente insoportable y el inepto simpático, según advierte Tiziana Casciaro, en un resumen publicado por la web del Harvard Business School.
De la boca para afuera, los ejecutivos afirmaron preferir la competencia por sobre la simpatía. “Es posible controlar el desagrado que sentimos por alguien si es inteligente, pero no podemos entrenar a alguien inepto”. Otro testimonio fue: “Lo que me importa es el aporte que la persona haga al trabajo; si más allá de eso es buen sujeto, eso es un bonus”.

Todo al revés
Palabras y no más. En la práctica, fue al revés, señala el estudio del Harvard Business School.
Se encontró que los sentimientos personales jugaron un papel más importante en la formación de las relaciones laborales, que las evaluaciones de competencia.
Los empleados se juntan en equipos de trabajo más porque se llevan bien, que por razones profesionales.
Ahí vienen las redes informales y el llamado fenómeno “bisagra” que determina quién está adentro y quién fuera.
Por ejemplo, si alguien es despreciado en el entorno empresarial, por su mal carácter, por ejemplo, sus aptitudes pasan a ser invisibles.
Por más brillante que sea el empleado, la gente no se le va a acercar. Además no quieren darle la oportunidad de que demuestre su conocimiento.
En contraste, si un empleado es muy querido, sus colegas van a hacer lo posible por destacar hasta el más mínimo destello de competencia que muestre, para justificar su presencia en un determinado grupo de trabajo.
En definitiva, el mundo corporativo parece privilegiar el “me caes bien” por encima del “lo haces bien”.
De acuerdo con Casciaro es comprensible que la gente se aleje de los “insoportables”, pero es un error.

Desventajas
–La tendencia a asociarse con personas parecidas a uno o de personalidad atractiva es un fenómeno ampliamente descrito por los psicólogos sociales.
–Uno de los grandes inconvenientes de trabajar con personas similares es la limitada variedad de perspectivas que un grupo homogéneo aporta a la resolución de un problema.
–Trabajar sólo con personas que nos caen bien interrumpe la posibilidad de debate, porque a la gente se le dificulta criticar una idea que proviene de alguien a quien aprecia.
–Cuando se junta un grupo de colegas heterogéneo, más allá de las tensiones que surjan por las diferencias de carácter, puede surgir una gama de soluciones realmente innovadoras.
–Otro peligro de juntarse únicamente con personas afines en una empresa es que la inclinación a divertirse siempre va a competir con la responsabilidad de trabajar.
–Los gerentes deben concienciar esto al momento de tomar decisiones de reclutamiento, para formar equipos de trabajo variados.

Carolina Rodríguez T.
Especial para El Universal

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