Una delgada línea separa al jefe que todos desean tener del que muchos detestan. Para algunos superiores no siempre es fácil alcanzar el equilibrio entre el trabajo y las relaciones personales en la oficina. Algunos gerentes o supervisores son demasiado condescendientes como para manejar un departamento eficientemente. Otros están tan orientados al trabajo que exprimen a sus empleados.
El camino del medio
Un jefe debe tratar bien a sus subordinados a la vez que hace que cada uno cumpla con su trabajo. Para ser eficiente, debe encontrar el camino del medio. Cuando lo logra, ve que aumenta la productividad y reina un ambiente excelente en el lugar de trabajo. Cuando alguien ha estado en ambos extremos de la jerarquía organizacional, ha sido empleado de un área antes de ser ascendido a coordinador, sabe que a cada se pueden cometer errores, y que cuando se hace respetar cada trabajador asume sus responsabilidades.
Ante todo respeto
Puede ser el jefe, pero el personal a su cargo está allí por la misma razón que usted: ganarse la vida, mantener la familia y pagar las cuentas. No deje que el ego se le suba a la cabeza. Ellas merecen el mismo respeto que usted. Al hablarles gritado sólo conseguirá disminuir la confianza en sí mismas y el deseo de realizar un trabajo de calidad. Cuando demuestra con hechos que los valora como empleados, verá que mejorarán tanto su rendimiento como el ambiente laboral en general.
Dar el ejemplo
El jefe es el modelo que siguen los trabajadores para establecer sus hábitos laborales. Por lo tanto, debe asegurarse de dar siempre el mejor ejemplo posible a sus “subalternos”. Dedique una cantidad de tiempo razonable a los proyectos de gran envergadura. Limite el tiempo que pasa chateando y mandando mensajes de texto por el celular. Si pasa la mitad de la mañana con los pies sobre el escritorio hablando por teléfono, no se sorprenda si su departamento deja de ser tan productivo como debería. Al demostrar una ética laboral intachable los trabajadores lo respetarán y seguirán su ejemplo.
Sin favoritismos
No hay nada que los empleados capten más rápido que la predilección que pueda tener un jefe por determinada persona en la oficina. Cuando se está en una posición de mando es natural ganarse la voluntad de ciertos trabajadores, muchas veces producto de la empatía. Sin embargo, siempre habrá alguien que se queje por el trato preferencial que da a un empleado. Lo correcto es basar cada decisión que tome en la ética del trabajo y no en la relación personal que tenga con cada uno de sus trabajadores. Si ha entablado una amistad muy estrecha con uno de ellos, habrá de dejarla de un lado cuando tenga que evaluar objetivamente su rendimiento. Igualmente, si uno de sus subordinados no le cae muy bien, tendrá que asegurarse de no mezclar los sentimientos con su trabajo.
A tomar en cuenta
- Ser amable con sus empleados es la manera correcta de hacerse respetar y de que reine el ambiente ideal tanto para las relaciones laborales como para el trabajo mismo.
- Evite hacerles sentir que son un fastidio. Salúdelos en las mañanas de modo que no sientan que está en una posición social más alta que ellos.
- Si realmente no tiene tiempo para conversar, busque un momento en el que puedan ir a su oficina, o bien prométales que va a buscar un tiempito para llamarlos por teléfono.
- Un gerente debe saber cuál es la diferencia entre relaciones laborales sanas y conflictivas. Trate de no usar un lenguaje despectivo con sus empleados. Aunque a veces no se pueden evitar las discusiones, haga lo posible por no poner a un empleado en evidencia o avergonzarlo frente a todos. Discuta en tono bajo. Destaque lo que se hizo del proyecto en vez de lo que no hicieron o hicieron mal.
- Al ser objetivo los ayudará a mantener la autoconfianza y a mostrarse dispuestos a mejorar sus destrezas. La crítica constructiva es una excelente herramienta para aumentar la productividad.
Servio Viloria
Especial para El Universal
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