Un Mini de cuatro puertas y con una longitud de cuatro metros era pura heterodoxia para los fieles seguidores de la marca y, desde luego, abierta contradicción con el nombre la marca, mensaje sin paliativos de un auto pequeño, urbano y coqueto. En fin, sus señas de identidad a través de la historia que ha conservado en esa afortunada renovación de la mano del Grupo BMW.
Pues sí, hay un Mini Countryman, de cuatro puertas, con más de cuatro metros de longitud y el añadido de poder incluir en algunas de sus versiones un sistema de tracción integral que lo lleva a coquetear con el segmento de los crossover. No es el caso que nos ocupa, pues la prueba se ha efectuado sobre la opción más potente, el Cooper S y con tracción 4x2. Es decir, más posicionado (por prestaciones) en los conceptos de berlina clásica con esas magia que da la filosofía GTi.
Pues sí, hay un Mini Countryman, de cuatro puertas, con más de cuatro metros de longitud y el añadido de poder incluir en algunas de sus versiones un sistema de tracción integral que lo lleva a coquetear con el segmento de los crossover. No es el caso que nos ocupa, pues la prueba se ha efectuado sobre la opción más potente, el Cooper S y con tracción 4x2. Es decir, más posicionado (por prestaciones) en los conceptos de berlina clásica con esas magia que da la filosofía GTi.
La primera llamada de atención es la carrocería de cuatro puertas así como su altura. El Mini se ha hecho grande, en una inteligente combinación de elementos tradicionales y otros innovadores.
Pero quedan más sorpresas, pues, aunque es un diseño que se atiene mucho al guión sorprende la musculatura, con profusión de redondeces en casi todo el escenario.
Por delante se ve la significativa ganancia de altura con algún elemento clásico como la parrilla hexagonal, a la que se suman dos faros supletorios redondos. En los extremos, los faros en forma de elipse irregular, grandes.
Destellos
Lateralmente se dejan ver elementos decorativos propios de la versión, como logotipos específicos, las llamativas manijas de apertura de las puertas, cauchos multirradio de perfil bajo lacadas en color negro.
Por detrás, el portón confiesa que aquí, en el Countryman, hay maletero de verdad. En su conjunción con las defensas acentúa esa musculosidad que es propia del coche. Los pilotos se incrustan en el lateral, totalmente independientes del portón.
A destacar
La visión del espacio es la de una amplitud muy superior a la del Mini original, algo que se corrobora por la comodidad contratada de la segunda fila y el buen espacio sobrante para las piernas que queda con los asientos delanteros. Éstos no desmerecen por su colocación sobreelevada y el buen recogimiento que ejercen sobre la zona troncal de los ocupantes.
La decoración es fiel reflejo de la originalidad de la marca en este campo, en el que el elemento más visible es la gran corona situada en la parte central del salpicadero como cuentakilómetros, y que, pese a su gran tamaño, cumple con escasa eficiencia su labor informativa. Afortunadamente, el conductor tiene como alternativa otro cuentakilómetros digital justo enfrente del volante.
El elemento decorativo y un cierto gusto por impresionar ha sido la causa determinante de que, al igual que en el resto de las versiones, el Countryman haya asumido una desacertada colocación de los botones reguladores de la apertura de ventanillas, cierre centralizado de puertas y conexiones de sistemas dinámicos, entre otros. El crecimiento del Mini sí da lugar, como ya se ha dicho, a un maletero de verdad, con capacidad de 350 litros.
Ángel Alonso/Efe Reportajes