lunes, 11 de enero de 2010

Los jefes tienen sueño


Los talentos más brillantes se convierten en zombies por vivir sobregirados.

Forzados a cumplir jornadas de 16 horas semanales, con un promedio de cinco horas de sueño al día, las personas con cargos directivos terminan viviendo bajo un estado de “embriaguez”.
Charles A. Czeisler, profesor de Medicina del Sueño en la Harvard Medical School, afirma que dormir 35 horas a la semana, en vez de las 56 recomendadas, induce un nivel de impedimento que equivale a tener 1% de alcohol en la sangre.
La privación de descanso estuvo detrás de catástrofes como el derrame petrolero de Exxon Valdez en la costa de Alaska, la tragedia del Challenger, el accidente nuclear en Three Mile Island, EEUU, y el de Chernobyl en Ucrania.
Se estima que los desórdenes del sueño causan pérdidas por $100.000 millones anuales solo en EEUU por baja productividad, gastos médicos, ausentismo y daños ambientales y de propiedad, reseña el libro The Harvard Medical School Guide to a Good Night’s Sleep (Guía de la Escuela de Medicina de Harvard para un buen sueño).

Desgaste

Un CEO sale del avión, se monta en un carro de alquiler, cierra un importante trato en un hotel, atiende la cena corporativa.
Luego devuelve el auto y tarde en la noche toma el vuelo de regreso.
Llega a la oficina a las 9:00 a.m. del día siguiente a trabajar.
Estas agendas suelen convertir a los empleados más brillantes en opacas versiones de sí mismos.
Según afirmó Czeisler a harvardbusiness.org, las organizaciones están llevando a sus mejores talentos “al borde de la autodestrucción”.
Según estudios, una persona que pasa 18 horas despierta ve comprometida su velocidad de reacción, memoria de corto y largo plazos, concentración, toma de decisiones, habilidad numérica, rapidez cognitiva y orientación espacial. Si este ritmo se mantiene a punta de café –el commodity más vendido después del petróleo– aumenta el riesgo de padecer obesidad, diabetes, hipertensión, males cardíacos.

Peligros

Cuando la presión homeostática por dormir se vuelve suficientemente fuerte, neuronas localizadas en el ‘suiche del sueño’ se encienden y los ojos se cierran de modo incontrolable, según lo descubrió el doctor Clif Saper del Harvard Medical School. Líguela que no esté manejando sino frente al computador. Las empresas protegen al empleado del cigarrillo, le dan sillas ergonómicas para evitar dolores de espalda y crean normas contra el acoso sexual, pero no hay lineamientos para promover el descanso. Czeisler insiste: “Hay una cultura que premia el dormir poco como sinónimo de vitalidad, eso hay que desmentirlo”.

Carolina Rodríguez T.
Especial para El Universal

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