lunes, 11 de julio de 2011

Abuso de las tecnologías

Son diversas las afecciones en quienes son adictos a las computadoras. El abuso de las nuevas tecnologías que favorecen el sedentarismo y la inmovilidad está potenciando las complicaciones vasculares. Hay una serie de sencillos ejercicios destinados a reducir el riesgo de que se formen coágulos en las piernas, debido al trabajo informático prolongado.

¿Trabaja en la Banca, en una notaría, un estudio de abogados o en una asesoría fiscal? ¿Cumple su horario de oficina en una inmobiliaria, gestoría, aseguradora, empresa de informática o redacción periodística? ¿Es funcionario u oficinista?

Son algunas de las profesiones que conllevan un mayor riesgo de producir el “síndrome del ordenador”, una complicación tromboembólica a la que están más predispuestas las personas obesas, sedentarias, que tienen varices o las piernas hinchadas y permanecen inmóviles muchas horas en el trabajo.

Según el cirujano cardiovascular Miguel Ángel Santos Gastón, presidente de la Fundación para el Estudio y Prevención de las Enfermedades de las Venas (FespreV), “el abuso de las nuevas tecnologías está potenciando en la actualidad las complicaciones vasculares”. Confiesa que trata con relativa frecuencia casos de trombosis venosa en personas apasionadas por la informática.

Son trabajadores que pasan la mayor parte de su jornada laboral sentados, inmóviles ante la pantalla y, “por si fuera poco, después del trabajo vuelven a engancharse a la red en sus domicilios”, subraya.

Según Santos Gastón “es incuestionable el riesgo que supone permanecer sentado por imposición del trabajo y, además, no mover las piernas durante horas por la concentración que exige la tarea”.

Desarrollar un coágulo en una vena de la extremidad inferior es la consecuencia lógica en tales circunstancias, máxime si ya concurren otros factores de riesgo. Esta complicación tromboembólica merece el calificativo de “síndrome del ordenador”, según el experto.

Dolencia con “mucho futuro”

Teniendo en cuenta la elevada cifra de ordenadores personales existentes y que cada año se venden, entre fijos y portátiles, puede vislumbrarse el “brillante” futuro que aguarda a esta patología.

Desde la perspectiva vascular, la inmovilidad que exige trabajar con aparatos de informática y la atención que requiere, puede explicar las molestias típicas de insuficiencia venosa, como el cansancio, la “quemazón” que se percibe en las extremidades, los calambres en los tobillos y la porción inferior de la pierna, y sobre todo, el riesgo de trombosis, según Santos Gastón.

Anatómicamente todas las personas nacen con unos estrechamientos que ejercen compresión en algunas venas de la extremidad inferior y están situados en distintos puntos de las arterias aorta e iliaca, así como las venas cava, femoral, poplítea y tibial. Si a estos impedimentos al normal flujo venoso de retorno se añaden otros como permanecer mucho tiempo sentado y con las piernas cruzadas, padecer varices o una insuficiencia cardio-respiratoria, las posibilidades de formar coágulos aumentan considerablemente. De allí la necesidad de evitar permanecer demasiadas horas sentadas ante el computador.

Recomendaciones

-Para quienes trabajan sentados consisten en cambiar determinados hábitos y realizar pequeños ejercicios estáticos que se pueden desarrollar incluso sin moverse del asiento para activar el retorno venoso:

-Permanezca con las piernas estiradas y nunca flexionadas hacia atrás, pues el retorno venoso disminuye sensiblemente. Apriete con fuerza los dedos de los pies y levantarlos apuntando hacia arriba. Eleve los talones y apóyese sobre los dedos.

-Haga flexiones subiendo y bajando de puntillas.

-Movilice el tobillo en sus tres posiciones: antero-posterior, lateral, circular. Contraiga los músculos de las piernas, muslos y glúteos. Procure no cruzar las piernas, pues oprimen las venas y esto hace disminuir la circulación. Levántese del asiento cada hora y camine un minuto.

-Haga ejercicios respiratorios para favorecer la “vis a fronte”: la fuerza aspirativa que aprovecha la presión negativa intratorácica producida por el músculo mediastino al respirar. Gracias a este fenómeno fisiológico, la sangre de las extremidades asciende al corazón más fácilmente.

Omar Segura/Efe Reportajes

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