lunes, 25 de julio de 2011

Jóvenes al volante

No basta con saber conducir. Para colocarse tras el volante de un vehículo se necesita sentido común, estado de alerta, responsabilidad. En principio, la edad no es determinante. Sin embargo, cuando los jóvenes se inician en esta actividad, o cuando muestran inquietud por tomar el auto de papá, es momento de hablarles de lo que ello representa.
Además de la libertad de desplazarse a donde quieran, viajar, ir a clases a diario y disfrutar con la familia o los amigos, conducir representa una gran responsabilidad consigo mismos, los acompañantes y el resto de los conductores en la vía.

Aprendizaje

Las autoescuelas son el sitio para la instrucción formal de los interesados en aprender a manejar. Allí son instruidos acerca de las leyes de tránsito, situaciones que ocurren en las carreteras y las posibles reacciones del conductor. También, son advertidos acerca de los riesgos y de las penalizaciones que acarrea cada falta a las normas.


Adicionalmente, los padres suelen ayudar a sus hijos en este importante proceso. Sin embargo, bien sea que le indiquen a diario cómo se hace o les permitan tomar el volante, lo importante es que siempre estén con ellos.

Durante esta etapa de su vida, por más que se quiera, no se puede confiar en cuántas veces digan que ya saben manejar. Esta es una actividad de dos extremos; el primero puede salvar vidas prestando auxilio en caso de una emergencia, el segundo puede ser la causa de un accidente fatal por imprudencia.Los jóvenes deben comprender la magnitud de la responsabilidad que se cierne sobre sus manos y todos sus sentidos que intervienen en el proceso.

Apoyo

Los padres son el principal pilar donde se apoyan los jóvenes conductores. Pero los hermanos mayores y los amigos que ya conducen los pueden animar y aconsejar al respecto.
Es vital que los padres les hablen de la importancia de las medidas de prevención y seguridad.
Por ejemplo, resaltarles la importancia de no conducir bajo los efectos del alcohol. También, asumir la responsabilidad de no subir a un auto que vaya a conducir una persona ebria.
La concentración al volante es uno de los principales valores que los padres deben resaltar. Es vital mantener la vista al frente, estar atento a los espejos retrovisores, a los indicadores en la consola que muestran si el auto necesita gasolina, por ejemplo. Todos estos aspectos son los pilares fundamentales para una conducción responsable.
En ocasiones, el joven puede mostrarse renuente y desobedecer las recomendaciones de los adultos. Cuando esto ocurre hay que mantenerse firme.
Las normas y leyes son para cumplirlas. No se puede andar por la carretera con una actitud irreverente, descuidando las condiciones del vehículo, sin tomar en cuenta los semáforos y demás sistemas de señalización.


Lo que el principiante aprenda a temprana edad le servirá para el resto de su vida. Incluso si no se tiene un vehículo en la familia, saber conducir puede significar la diferencia entre ser de ayuda a quien en un momento dado requiera un traslado o quedarse paralizado sin poder mover un carro en caso de una emergencia. El conductor puede sufrir un percance, sentirse mal, estar cansado y si el acompañante sabe manejar -y tiene licencia- puede tomar el control del carro.


Marilin Pino
mpino@eluniversal.com
Foto Cortesía

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