miércoles, 17 de febrero de 2010

Los empleados tortuga

A diferencia de las “liebres”, son más lentos, pero piensan más lo que hacen

Si como trabajador su paso es lento pero seguro, piense en la fábula de Esopo sobre la tortuga y la liebre, donde esta pierde la carrera a pesar de estar aventajada en velocidad, porque se confía y toma una siesta de la que despierta demasiado tarde.
En un artículo publicado en la web de Psychology Today, la norteamericana Sharon Good, experta en coaching de carrera, dice que “las personas lentas pueden tener éxito sin cambiar su ritmo”.
Toda una rareza que la autora de dicho comentario sea estadounidense, el gentilicio de la vida rápida y el mundo de lo “express”.
En El libro de trabajo de las tortugas: estrategias para avanzar a tu propio paso, Good las describe como personas con grandes ambiciones, pero limitadas por falta de tiempo, energía, entre otros factores.
No se lanzan a la acción de forma intempestiva. Antes reflexionan, investigan, pues quieren estar seguras de lo que van a hacer. Son conscientes de sus fortalezas y saben enfocar sus esfuerzos.
Con un coaching adecuado, este perfil de trabajador puede llegar tan lejos como quiera en el competitivo mundo laboral, según lo sugiere Good.

Velocímetro

¿Pero realmente hay un lugar para las tortugas en medio de una crisis económica mundial, donde las empresas se achican y exigen el máximo rendimiento de sus empleados?
Para Yojana Pavón, doctora en Psicología Diferencial y del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, estos trabajadores “no tienen sitio en el actual ecosistema y están condenados a la extinción”.
Los profesionales -insiste- “no se pueden permitir ser tortugas, pues la recesión mundial ha potenciado una competitividad agresiva en el mercado laboral”. El arquetipo idóneo, según la entrevistada, “es el trabajador cualificado con alto grado de especialización y respuesta rápida”.

La entrega

Desde la esquina del coaching motivacional y la autoayuda, el conferencista internacional venezolano, Rob McBride, desestima la velocidad.
Aunque estudió y trabajó en EEUU, meca de la eficiencia, McBride empieza su respuesta con un tono inesperado: “Todos tenemos un don especial”.
“El éxito no va al que sea más veloz, ni al que va más lento, sino a quien logra disfrutar y entregarse a lo que está haciendo”, señala. ¿Del apuro solo queda el cansancio? Puede ser. ¿Camarón que se duerme se lo lleva la corriente? Se han visto casos.
Más allá de las divergencias, los expertos parecen estar de acuerdo en algo: la especialización. Todos tienen que encontrar ese algo en el que son particularmente buenos.

Buzón de sugerencias

-La primera recomendación es “conoce tus límites”. En un mundo de “liebres” siempre está la tentación de hacerlo todo rápido, pero si la tortuga vive bajo este parámetro se quema mental, emocional y físicamente. Debe descansar entre un evento mayor y otro que se aproxime, y no asumir varios retos importantes seguidos. Suelen tener grandes sueños que posponen porque se sienten consumidas por la vida diaria. Un cronograma ayuda. Poner las metas en una línea del tiempo las acerca a la realidad.
-En caso de despido, las tortugas tienen una ventaja porque en vez de desesperarse y aplicar en cuanto lugar se les ocurra, saben emprender una búsqueda enfocada en áreas específicas y en sus propias fortalezas.
-En eventos sociales, no debe sentir que debe hablar todo el tiempo. Un buen escucha siempre es apreciado. Y, cuando alguien callado habla, la gente presta atención. Es recomendable tener previstos algunos puntos de conversación (Fuente: www.psychologytoday.com).

Carolina Rodríguez T.
Especial para El Universal
calorod4@gmail.com

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